En Docentum pensamos que la educación no formal, la “no reglada” es muy útil a nivel personal y también para el desarrollo de las capacidades de los jóvenes.
El Centro Juvenil Salesiano Tucumán 7 es un espacio dedicado a los jóvenes de entre 8 y 18 años para que inviertan su tiempo en actividades de ocio y tiempo libre, tales como musicales, micrófonos en abierto, etc. Sabéis que colaboramos con ellos en varios proyectos.
Aquí os dejamos un testimonio de Álex Tersse López (22) que fue monitor voluntario en este centro juvenil durante cuatro años. Él refleja una visión sincera de lo que suponía ser monitor en el CJS Tucumán 7 de Alicante en un entorno de educación no formal:
“Es mi segundo año como monitor en el Sector Oratorio (niños de entre 8 y 11 años). Soy de los pocos que han llegado en la última etapa (sector juvenil, chavales de entre 14 y 17 años). Ahí empecé como destinatario tras ser espectador de los musicales que se hacían en el centro juvenil y fue ese el motivo por el que me apunté al centro juvenil porque quería subirme al escenario de la casa salesiana. Todo esto viene porque soy muy fan del teatro y he estado asistiendo a clases durante toda mi vida. Me encanta. De modo que el motivo por el que me apunté fue ese: puro teatro.
Pero lo mejor vino después, cuando ya no solo era un musical, sino un proyecto en el que participan muchas personas y donde se van forjando relaciones y entendiendo y aplicando valores en el día a día. Descubrí en el centro juvenil mucho más que teatro. Descubrí experiencias, amistades, aceptación… fue entonces cuando decidí embarcarme en la aventura de ser monitor. Y, aunque mi última opción fuera el Sector Oratorio (los más pequeños), ahora siempre quiero que sea la primera porque me ha hecho descubrir cosas que desconocía y eso es muy enriquecedor.
En mis dos años como monitor he de admitir que al principio no sabía qué tenía que hacer ni cómo interactuar con los destinatarios, pero esto fue surgiendo de manera espontánea y con el paso de los sábados.
Desde mi punto de vista, este año está siendo un buen año. Pues aunque ha habido problemas, hemos sabido solventarlos y conseguir más unión entre nosotros (los monitores). Durante la actividad, sobre todo en el proyecto Un cuento más, en el que han decidido nombrarme coordinador de escena, he tenido momentos de rabia y enfado porque sentía que no se contaba conmigo o que lo que yo decía daba igual a todo el mundo. Los monitores me hacían sentir poco implicado. Cuando mi compromiso con el centro juvenil es pleno. Pero después me di cuenta de que era mi primera vez como coordinador de algo y, como las primeras veces, las experiencias tienen sus momentos de flojeo. También de que el equipo era nuevo en su mayoría y había que estar pendiente de más cosas. Todo esto me ha hecho aprender de mis errores. Todos cometemos alguno a veces. Y es genial, porque al fin y al cabo es aprendizaje.
Del equipo de monitores he aprendido a solucionar problemas y a saber exponerlos y comentarlos con ellos más y mejor; aunque aún me falta un poco más de seguridad y confianza. Al fin y al cabo, como en cualquier organización, internamente nuestra obligación es suscitar un buen ambiente para que la imagen exterior se corresponda con la imagen interior, esa que vamos creando entre nosotros. En un equipo debemos cuidar mucho eso. Debemos cuidarnos entre nosotros y saber proyectar nuestra mejor versión. Y poco a poco, lo vamos consiguiendo. Gracias, siempre, a ellos: los destinatarios.
Con los destinatarios no he podido sentirme mejor. Con ellos, para mí todo es mucho más fácil. Les tengo un enorme cariño y sé que yo también les estoy aportando algo a ellos porque lo percibo. Por parte de ellos y por parte del equipo de monitores quienes me lo van diciendo. En mi función como monitor trato de ser yo y de aportar nuevas visiones, nuevos pensamientos, que abran su mente. Estoy dispuesto a ayudar. Les aporto canciones (me paso el día cantando), juegos teatrales y escritos. Cartas que he ido escribiendo a los niños que me salían de dentro. Creía que ellos debían saber cómo nos sentimos los monitores cuando ellos ríen y sonríen.
Intento dar ejemplo, ya no solo a los niños, sino también a los monitores. De todos nosotros depende este proyecto educativo. E intento aprender de las nuevas caras. Todos los días se aprende algo nuevo.
Siento que soy voluntario. Y le dedico mucho tiempo, más incluso que a la carrera, pero es que es inevitable; cuando una cosa te gusta mucho, te dedicas a eso y dejas de lado otras cosas. Tengo que seguir aprendiendo a organizarme de manera que le dedique el mismo tiempo a ambas cosas (voluntariado y carrera).
También me encargo de la comunicación del centro juvenil y me encanta, pues me sirve para aplicar lo aprendido en Publicidad y Relaciones Públicas. Es una forma de practicar la teoría.
Puedo decir con total franqueza que mi dedicación al centro juvenil es intensa. Me implico mucho. E, insisto, lo hago por nuestro motor, que son ellos: los destinatarios. No me importa quedarme largas horas planificando actividades o desarrollando guiones teatrales si es por ellos y si encima también lo hacen otros monitores, es como si fuera una motivación más. No estoy solo, tengo a más personas conmigo que van ayudando a que el proyecto florezca”.
¿Qué os parece este testimonio? ¿Sabéis en qué espacios podemos encontrar educación no formal?
Estaremos encantados de que hagáis comentarios, porque toda sugerencia puede ser un gran aprendizaje y estamos dispuestos a seguir aprendiendo.