¿Se podría decir que la donación de sangre educa para la ciudadanía? Además de proveer productos sanguíneos a los hospitales, podría decirse que la donación de sangre educa y plantea diferentes visiones respecto a este acto y también nos preguntamos: ¿debería ser altruista o se debería pagar un precio por ella?
El mantenimiento de una amistad o un premio no se logran pagando. De ser así se destruiría la amistad verdadera o el reconocimiento sincero.
Cuando se sustituye la motivación intrínseca por alguna compensación económica, se acaba por corroer la voluntad cívica y se daña aquello que se quería potenciar.
Algunos investigadores dicen que la sangre es mercancía, lo que finalmente supone escasez, desperdicio, un coste económico más elevado e incluso contaminación en la propia sangre. Al pasar del altruismo a la venta descienden las donaciones voluntarias, se empobrece la vida moral y cívica de la sociedad acarreando consecuencias negativas en el conjunto de la vida colectiva.
Los seres humanos persiguen su propio interés, lo que genera una visión egoísta. Sin embargo, al buscar su propio beneficio cabría decir que se produciría la mayor cantidad de bienestar para el mayor número de personas, ¿no? Desde este punto de vista, la donación altruista tiene un anclaje débil y lo natural sería poner precio a la donación como medio para incentivarla.
¿En una sociedad regida por el interés, es sensato esperar que las donaciones gratuitas logren cubrir las necesidades existentes?
Utilitarismo frente a don
La razón económica logró establecer el pensamiento utilitarista y hace muy complejo imaginar la posibilidad de lograr por la vía altruista los objetivos de la donación de sangre.
Sin embargo, las campañas de donación de sangre recurren a un principio ajeno al mercado. Es lo que Mauss llama don: dar, recibir y devolver. Estas tres premisas producen el vínculo social por encima de las fuerzas del intercambio y el interés. La teoría del don formulada por Marcel Mauss afirma que las sociedades primitivas no se fundamentan en prácticas utilitarias como el mercado, la compraventa o el contrato, sino sobre la triple obligación de dar, recibir y devolver y al hacerlo se establecen sólidos lazos de relación personal, se diluye la violencia, se produce confianza y se da forma a la comunidad.
Dar es básico en todas aquellas relaciones en las que la persona es más importante que su función social. Lo ideal sería que dar, recibir y devolver coexistieran con el interés y el mercado y se contribuyese a crear una red de confianza que hiciese posible el éxito del intercambio mercantil. Si el interés personal y el don conviven entonces es posible confiar en que la donación altruista de sangre puede ser un mecanismo suficiente para satisfacer completamente las necesidades médicas. Un buen trabajo de promoción de la donación puede lograr motivar el lado altruista de la ciudadanía y conseguir el nivel de donaciones requerido.
La lógica del don está presente en las sociedades actuales en una relación de colaboración y competición con la lógica del interés.
La donación de sangre puede contribuir a crear comunidad y desarrollar sentimiento de ciudadanía porque se fundamente en el anonimato –nunca sabemos quién es el receptor–. Se caracteriza por la libertad, gratuidad y espontaneidad del donante; se les motiva, pero nunca se les exige.
Los bancos de sangre son los protagonistas del proceso de dar, recibir y devolver, sin su mediación, sería imposible la donación de sangre. Ellos despiertan el deseo de ayudar dando sangre porque sin una explicación médica, la donación de sangre no sería algo evidente. Es una forma de despertar la donación altruista, de motivar a la ciudadanía. Por el simple hecho de existir y operar, los banco de sangre ya ejercen una función social y educativa.
La voluntad de ayuda aparece cuando el potencial donante imagina al otro como alguien necesitado y percibe finalmente la posibilidad de ayudarlo. Es empatía anónima: el otro es un sujeto real pero desconocido.
Educación y donación
La donación de sangre educa, forma ciudadanos y genera convivencia. Participar en un proceso así contribuye al reconocimiento y a la formación de la identidad individual, favorece la constitución de una sociedad con sentido.
Los bancos de sangre realizan frecuentes campañas de comunicación para recordar la importancia de donar y fidelizar a los donantes. También desarrollan programas educativos en centros escolares para difundir su tarea, educar en valores y animar a que en el futuro los jóvenes se conviertan en donantes habituales. Son propuestas educativas basadas en la difusión de un mensaje y quizás en la realización de algún taller práctico para tratar alguno de los aspectos presentados.
Hasta que no se cumple la mayoría de edad, no es posible donar; así, al alumnado de Primaria y Secundaria no se les puede pedir que donen sangre, pero sí se les puede concienciar y proponer que colaboren en la difusión de la misión de los bancos de sangre para contribuir a difundir la necesidad de donar sangre en el barrio en que viven, entre sus familiares y vecinos, y que lo hagan a través de los medios de comunicación que se les ocurra. Se pide ayuda a los jóvenes para hacer más efectivas las campañas habituales de donación de sangre.
Se pide a los jóvenes que apliquen su tiempo, su creatividad y su esfuerzo a producir un bien –una campaña de comunicación– y que la pongan al servicio de los objetivos del banco de sangre.
Pedir ayuda conlleva hondas consecuencias educativas. Los jóvenes aprenden conocimientos científicos relacionados con el mundo de la sangre y la transfusión, aprenden destrezas comunicativas y reflexionan sobre valores.
La pedagogía del aprendizaje-servicio
El aprendizaje-servicio es una pedagogía que consiste en una actividad compleja de enseñanza y aprendizaje que integra el servicio a la comunidad con el estudio académico; el aprendizaje adquiere sentido cívico y el servicio se convierte en un taller de conocimientos y valores.
Se pretende destacar la necesidad de que la educación parta de la experiencia real de sus protagonistas, pero de una experiencia realizada cooperativamente y que esa actividad redunde en el beneficio de la comunidad.
El aprendizaje-servicio combina tres tareas básicas: responder a una necesidad social, ofrecer un servicio a la comunidad y adquirir conocimientos, competencias y valores.
El aprendizaje-servicio es una metodología pedagógica que abre la escuela a necesidades sociales de la comunidad en la que está ubicada, que sea sensible a los problemas y dificultades de su entorno más próximo y sobre todo, pretende implicar a los jóvenes en la realización de un servicio a la comunidad. Por servicio entendemos una acción real, que va más allá de las palabras o las intenciones; se centra en la realización de una contribución a la comunidad, buscando que entre quien da y quien recibe ayuda se cree un lazo afectivo y reciprocidad.
Es un método pedagógico que pretende que el alumnado adquiera contenidos conceptuales y transmitir competencias para la vida en la medida en que invita a los alumnos a enfrentarse a problemas reales. Por otra parte, se pretende conseguir que el servicio sea una experiencia que permita impulsar la adquisición de nuevos saberes.
Estaremos encantados de que hagáis comentarios, porque toda sugerencia puede ser un gran aprendizaje y estamos dispuestos a seguir aprendiendo.