Einstein y sus contemporáneos discutían respetando las opiniones de unos y otros, sin discusiones desagradables; parece imposible a día de hoy, pero ellos sentían libertad para proponer ideas o cualquier pensamiento, sin discusiones desagradables y prestando atención a las opiniones de los demás.
Esto se llama conversación, la cual genera libertad para discutir sin riesgo alguno. Gracias a conversaciones sencillas, francas, abiertas y honestas se han hecho grandes descubrimientos.
Sin embargo, había otros que desconfiaban de sus colegas y eran reacios a compartir su trabajo de manera abierta. Tenían miedo de ser polémicos o de que se les catalogase de ignorantes.
Sócrates y los suyos respetaban el diálogo en grupo y establecieron unos principios mediante los que controlaban sus conversaciones y mantenían el sentido de colaboración y cooperación. Estos principios se encuentran dentro del concepto Koinonía o “espíritu de compañerismo” y son los siguientes:
- Establecer un diálogo: la clave es intercambiar ideas sin intentar cambiar la opinión de la otra persona.
“No discutir”, “no interrumpir”, “escuchar atentamente”.
- Aclarar tu pensamiento: debes suspender todas las asunciones no comprobadas; si lo haces el pensamiento fluye libremente. Si no nos damos cuenta de nuestras asunciones o de que nuestros pensamientos y opiniones están basados en ideas preconcebidas bloqueamos el pensamiento libre. Comprueba tus asunciones sobre las cosas e intenta mantener una opinión sin prejuicios.
- Sé honesto: di lo que piensas, incluso si tus pensamientos son polémicos, tú dilos.
La Koinonía permite al grupo acceder a un fondo de pensamientos comunes que no puedes alcanzar de manera individual. Desarrollas así pensamientos conjuntos, comunes y las personas no se oponen entre ellas. Se convierten en participantes de un fondo de ideas comunes capaz de desarrollarse y cambiar constantemente.
Resulta difícil evitar enjuiciar y evaluar las ideas cuando se van lanzando. Las diferencias de personalidad también entran en juego: hay gente que desea hablar, mientras que otros tienen tendencia a quedarse callados.
El círculo A representa simbólicamente las fuerzas creativas (las flechas negras) de un grupo que realiza el brainstorming en un medio ambiente sin inhibiciones, mientras que el círculo B representa las fuerzas creativas en un entorno con inhibiciones. El círculo A se está expandiendo y está liberando pensamiento creativo, mientras que el círculo B se está contrayendo y restringiendo el pensamiento creativo.


En el espíritu colaborativo los participantes deben estar en igualdad de condiciones, considerarse colegas, aunque no tengan nada en común.
Si un participante tiene la sensación de que no es igual al resto de los miembros del grupo, ese participante se convertirá en el foco de la sesión, ya sea de forma consciente o inconsciente, e inhibirá la creatividad del grupo.
Pensar en los demás como colegas es importante porque el pensamiento es participativo. La voluntad de pensar de forma consciente en los demás contribuye a que se interactúe como colegas. Cualquier autoridad de control, por muy recatada que se presente, tenderá a inhibir el libre juego del pensamiento. Si se utiliza a una persona para que su opinión prevalezca porque es la persona presente de más categoría, ese privilegio debe ser abandonado ipso facto. Si una persona está acostumbrada a callar sus ideas porque tiene menos categoría, también debe abandonar su zona de confort, la seguridad de “estar callado”. Todos tienen que intervenir.
Hay que esforzarse para apreciar las ideas nuevas para que se mantenga la energía creativa porque si no, el grupo se quedará en la inacción, en el silencio.
Hay que cambiar el “sí, pero…”, y sustituirlo por “sí, y…” y que continúe donde lo abandonó la última persona.
Un entorno seguro
Un entorno seguro es necesario para que todo el mundo pueda decir lo que piensa sin miedo a las críticas o al ridículo.
Hay que animar a la gente a decir lo que piensa, incluso si sus pensamientos son radicales o polémicos.
Cuando generamos un entorno seguro, libre del juicio, todos los integrantes del grupo se sentirán cómodos y podrán ser francos a la hora de comunicarse con ellos.
Tan pronto como los participantes se preocupen por quién dijo qué o por no decir algo estúpido, la creatividad se retrasa.
Que el entorno sea visualmente estimulante es importante.
Una naturaleza juguetona
Un medio ambiente juguetón y ocurrente, donde el juego y el humor son los conductores de la creatividad, relaja la tensión en el grupo.
En estados de relajación, los individuos muestran menos fijación y rigidez en su pensamiento. Si el grupo tiene ganas de jugar, perderá sus inhibiciones.
Cuando jugamos, nos volvemos como niños y empezamos a comportarnos de manera creativa y espontánea.
El juego y la creatividad tienen mucho en común.
El facilitador
Un facilitador hábil es esencial. El facilitador es un sinónimo de mediador. Debe poseer fuertes habilidades interpersonales, comprender los principios de un pensamiento flexible y que mantenga al grupo concentrado, eliminando distracciones y manteniendo vivo el pensamiento creativo.
El facilitador es el mayordomo, cuyo trabajo es liberar el pensamiento creativo del grupo.
Los grandes facilitadores tienen una buena comprensión y apreciación del trabajo y pueden crear un entorno adecuado para trabajar una actividad.