¿Qué es el cuerpo? ¿Cuál es su sentido?
El sentido de los cuerpos es una construcción social definida por la cultura, la psicología y el contexto.
Hoy día, la sociedad es tecnológica y en esta edad moderna, pese a que algunos movimientos artísticos y conceptuales hablan de la imperfección de los cuerpos, solo muestran la perfección de los mismos.
Es cierto que el sentido del cuerpo va evolucionando, pero para la mayoría son objeto de deseo, un ente erótico. Puedes comprobar por ti mismo que esto es así tan solo mirando la publicidad en medios convencionales (televisión, radio, prensa, internet) y no convencionales (e-mails, redes sociales, etc.). Echa un ojo a cualquier revista, comprobarás que los cuerpos están llenos de erotismo. Pero a veces, el sentido del cuerpo va más allá de lo puramente erótico. Tanto es así, que hay determinados artistas tales como la fotógrafa Sally Mann que muestra el cuerpo de las personas en determinados contextos como la pubertad o Giuseppe Palmisano que retrata cuerpos en masa como parte de una escena, cuerpos deshumanizados, sin identidad.
¿Cuerpo como vehículo? ¿Como objeto de deseo? ¿Cuerpo como mensaje?
La publicidad utiliza el cuerpo como reclamo. Los que se dedican a ese ámbito son conscientes de que se tiene que presentar a la mujer como una belleza idealizada, lo que la aleja de la belleza real.
La belleza ideal es la que ilusiona a las mujeres para alcanzar un estado de perfección corporal, se preocupa por su físico y no por ellas mismas, sino por sus maridos. Ellas tienen que estar perfectas para recibir a su marido que ha tenido un largo día de trabajo. Este estereotipo todavía se sigue vendiendo, pero cada vez son más las que luchan contra el mismo para presentar a mujeres reales.
La finalidad de la belleza real es el rechazo a lo que en inglés se conoce como “body shaming” (humillación corporal, acto de ridiculizar o burlarse del aspecto físico de una persona) y promueve la autoaceptación, como sucede en las últimas campañas de la marca Dove que presentan a mujeres de distintas formas, distintas tallas y distintos tonos de piel.
Hace tan solo algunos años, la posición de la mujer venía impuesta por la calidad de su cabello y su olor. Ella era la empleada del hogar y un icono sexual que vendía sus atributos y belleza en forma de productos para satisfacer las necesidades del hombre. La sociedad estaba acostumbrada a esa imagen de belleza ideal, a esas jóvenes altas y cabello reluciente con tez clara que retocaban los publicistas para evitar cualquier imperfección que sí existía realmente. Posteriormente, esta pretendida perfección tendrías consecuencias.
¿El privilegio de la imagen y la belleza por encima de su inteligencia o profesión? ¿Delgadez y juventud indispensable para el éxito y para el poder?
Con el paso del tiempo, se produjo un cambio y las mujeres empezaban a centrarse más en ellas mismas y ellas decidían si se arreglaban o no con independencia de sus maridos. Se empezó a gestar una imagen de la mujer independiente, trabajadora y máximas influyente en la decisión de compra. Surgieron campañas en las que se mostraban las virtudes, defectos e imperfecciones de las mujeres. Se presentaba a las mujeres sin retoques o ediciones, con todos sus atributos reales, cicatrices, marcas de la piel… con el fin de promover la inclusión y la aceptación de una misma. Hoy en día incluso, las marcas no describen el resultado, sino que inciden en el problema a reparar porque la sociedad no está dispuesta a aceptar ilusiones falsas.
Con todo ello, según el área, se deben comprender las connotaciones y los sentidos del cuerpo. Es importante conocer la dimensión y el alcance que tiene lo que comunicamos para otorgar responsabilidad y amplitud de miras. Esto empieza en la educación de nuestros hijos, ¿no sería este un gran asunto para promover el pensamiento crítico de los alumnos?
Estaremos encantados de que hagáis comentarios, porque toda sugerencia puede ser un gran aprendizaje y estamos dispuestos a seguir aprendiendo.