La educación es un ámbito muy amplio, pero las personas lo reducen a una transmisión de conocimientos académicos en base a la historia que antecede a la sociedad actual. Esta forma de proyectar y depositar conocimientos en los alumnos de las escuelas es necesaria, pero, ¿no habría que preparar para la vida?, ¿no habría que educar a los alumnos para la vida?
“Maestra, ¿para qué sirven estas fichas de números, están en la calle?”, preguntó una niña de cuatro años. Las nuevas generaciones de alumnos demandan una enseñanza útil para la vida cotidiana. Esto suscita una reflexión y podría haber una contestación: “Sí, en la calle encontrarás círculos y triángulos, algunos de los cuales contendrán un número que indica la velocidad a la que los coches tienen que ir, si van a más velocidad de la que se indica en el círculo pueden castigar a los conductores”.
Los seres humanos son seres sociales, lo que supone una comunicación verbal y no verbal, pero ante todo una comunicación interpersonal. El alumno debe ser capaz de detectar e identificar los sentimientos de su compañero o, dicho de otro modo, fomentar la empatía, así como el trabajo en equipo y la colaboración.
Hay que poner nombre a los sentimientos de los otros niños de la clase porque son sus compañeros y con quienes conviven. Esto servirá de preparación para el futuro. Los educadores deben apuntar hacia la denominación de los sentimientos y emociones, transformar un “me siento mal” en un “me siento enfadado”. Los niños de educación infantil o educación primaria deben lanzarse y expresar lo que sienten. Los de educación secundaria y bachillerato o formaciones profesionales también.
El papel del educador es clave, pues es quien se encarga de dirigir y orientar la aplicación de la educación emocional. El educador debe ser una persona abierta de mente y adaptar las distintas situaciones a lo que sus alumnos reclaman. El educador debe hacer ver la diversidad cultural y tratar los conflictos de forma natural favoreciendo el autoconocimiento y las relaciones sociales.
Plantear problemas y conflictos en las clases es una buena forma de afrontar la educación emocional siempre y cuando se resuelvan habiendo identificado los sentimientos de los demás.
Las emociones están siempre presentes, ayudan a tomar decisiones; estudiar sus expresiones faciales y expresiones orales guiarán a las personas para decidir la estrategia a seguir para comunicarse con el resto de compañeros.
Al hablar de educación emocional tenemos que hacer referencia a la inteligencia emocional porque están muy conectadas. Goleman nos habla de autoconciencia o reconocer las emociones propias, autocontrol o administración de las emociones a partir de situaciones o acontecimientos, automotivación o forma en que el individuo dirige su vida, empatía o capacidad de ser sensibles a los estados de ánimo de otras personas y por último, las habilidades sociales o modo de comportarse ante cualquier situación y aceptación por el resto del grupo fomentando el respeto hacia el punto de vista de los demás.
Libertad, solidaridad, respeto por la vida o perseverancia son valores que hay que incluir en nuestras vidas. No es conocimiento académico, sino crecimiento personal y ambos deben estar presentes en el modo de educar y aprender.
Estaremos encantados de que hagáis comentarios, porque toda sugerencia puede ser un gran aprendizaje y estamos dispuestos a seguir aprendiendo.