La retroalimentación de la validación social es el like de la aplicación de Instagram.
Docentum SEI
La adicción
La pantalla es el nuevo universo que está afectando profundamente la forma en que nos relacionamos y tiene un efecto adictivo.
La adicción tiene una base molecular y fisiológica regulada por la hormona de la dopamina, que es aquella que se encarga del placer, la que regula el sistema de recompensa del cerebro; actúa en el instante en el que se interactúa con el objeto de placer, sea sexo, drogas o redes sociales y también en los instantes previos porque se anticipa al placer y activa la motivación. Puede generarse un vacío posterior, provocando la necesidad de volver a consumir ese producto en poco tiempo.
El like, el golpe más fuerte
Cuando la gente recibe un like, recibe un golpe de dopamina que motiva a subir más contenido en las redes sociales.
Todos los seres humanos buscamos vías de escape para manejar los altibajos, las frustraciones y los vacíos. Cuando los niños y jóvenes se encuentran en conflicto, aburridos o estresados buscan el dispositivo para “relajarse”. Su mente se acostumbra a que ante el esfuerzo su vía de escape es el universo pantalla. Se acude a las redes buscando ese puñetazo de dopamina. Estamos en la era del exceso de información y la superabundancia de estimulación.
La alternancia continuada de la atención, la multitarea
La tecnología aporta grandes beneficios, pero hay que aprender a usarla y decidir de qué manera controlar su atención.
La multitarea, denominada en neurociencia “alternancia continuada de la atención” supone que el cerebro no puede efectuar dos acciones al mismo tiempo si involucran el mismo área cerebral.
Cuando realizamos la función multitarea, el cerebro capta mucha información superficial y es incapaz de retenerla durante mucho tiempo.
Las personas que hacen varias cosas a la vez son menos eficientes. Si esto se generaliza acabaremos viviendo en una sociedad superficialmente informada y carente de información.
Marian Rojas Estapé
Esta hiperestimulación tiene graves consecuencias. Acostumbrados a este bombardeo, los niños y jóvenes precisan estímulos cada vez más fuertes e intensos para motivarse, lo que hace mermar su curiosidad, asombro y ganas de querer aprender algo. Se encuentran desmotivados y su creatividad e imaginación anuladas. Desde la infancia, se les acostumbra a un ritmo de vida y a una intensidad que dificulta el disfrute del silencio. Se puede afirmar que los hijos saltan constantemente de un estímulo a otro.
El éxito en la vida lo logran las personas que son capaces de concentrarse y enfocarse en lo que realmente desean. Un bebé comienza a prestar atención cuando ve luz; a los meses de vida, su atención se focaliza donde encuentra luz, movimiento y sonido. El gran reto de la educación consiste en conseguir que los niños presten atención a “cosas” no móviles ni luminosas –papel, comida, escritura, lectura, deberes…–. Se trata de encauzar su voluntad y atención para que sean capaces de concentrar su atención de forma voluntaria. Si en ese instante de su vida regalamos a los niños iPads, teléfonos o tabletas, la atención del niño vuelve a luz-movimiento-sonido. No es un avance en su corteza prefrontal, sino un retroceso claro, ya que el niño se motiva y responde como cuando era bebé. La única diferencia es que los sonidos más intensos y las luces y movimientos cambian a una velocidad más vertiginosa.
Marian Rojas Estapé